lunes, 11 de julio de 2016

la entrega



La figura estaba casi arrinconada en una de las estanterías bajas de mi estudio. No es muy grande, algo más de un palmo de alto. El barro violeta, áspero al tacto y a la vista, le da una fuerza especial.

Hice el comentario sin mucha convicción mientras se la enseñaba a una amiga:

- Es Isaías.

En mi mano, la imagen de un hombre enjuto, enfadado, con un niño pequeño sentado en su brazo izquierdo, que se agarra a su cuello y esconde la cara en su hombro; el brazo derecho abierto hacia fuera, 

viernes, 1 de julio de 2016

huellas (II)

La lluvia se incrustaba en el suelo con pesados goterones. Al principio dejaban grandes círculos, aquí, allí, levantando el polvo del ancho sendero en leves nubecillas. Como persiguiéndose, las gruesas gotas iban oscureciendo el suelo a la vez que el cielo se tornaba más pesado, más próximo, más

huellas (I)

Seis de la mañana. Me ha despertado un ruido áspero e inesperado. Un quitanieves pasaba por delante de mi casa raspando el asfalto y empujando hacia un lado más de un palmo de nieve. Los enormes copos caían tozudos espesando el paisaje. Enfrente, en el parque, todo empezaba a ondularse.
He intentado ir a trabajar en bici, como cada mañana, como si hoy fuera igual que ayer, pero la rueda